Algunos piensan que este tipo de escritos son maravillosos y que los debemos leer, porque ellos hicieron lo propio durante una mala época y les sacó de ese agujero mental que tanto les atormentaba dando lugar al primer paso para solucionar los problemas. Otros, obviamente, piensan lo contrario, que hay gente que se lucra de la debilidad mental del ser humano actual, que vivimos en una sociedad de cristal en donde la mayoría padecemos de ansiedad, estrés o algún tipo de trauma y de eso se aprovechan ciertos juntaletras para vendernos cuatro pamplinas que ellos mismos seguramente no siguen en su propia vida y que seguramente estén en la misma situación que sus lectores.
Soy de los que piensa en el término medio, hay ciertos autores cuyas obras pueden ayudar a cierta gente que se agarran a lo que leen de forma innata como clavo ardiendo porque son los consejos perfectos que necesitan en ese momento pero en otros no tienen ese efecto y un grupo que seguramente no lleguen al lector como esperaban o, simplemente ven un negocio en ese sector y buscan dinero fácil.
Salvando las distancias esto es como evaluar a un psicólogo, para algunos pacientes será la persona correcta y otros enseguida buscarán a otra persona del gremio porque no tienen ese feeling o directamente dejarán de ir porque pensaran que es una pérdida de tiempo y dinero. Sin embargo, que no se me interprete mal, cada día son más necesarios en nuestra sociedad, pero eso no significa que cualquiera nos valga, tiene que ser el adecuado.
En esta ocasión vamos a destripar uno de los libros históricos que figura seguramente en la mayoría de listas que indican que deberíamos leer obligatoriamente antes de morir y seguramente porque es el libro más antiguo que versa sobre la autoayuda, pese a que el nombre diste mucho de lo que podamos encontrar entre sus páginas.
