De nuevo el Real Madrid volvió a una Final Four ( la quinta en las siete temporadas en las que Laso ha sido entrenador), tras el mal recuerdo del año pasado al quedar en cuarto lugar tras sendas derrotas contra el campeón Fenerbahce (84-75) y el CSKA (94-70) en la final de consolación.
Quedaba ver en qué estado llegaban los blancos a esta, después de reponerse a mil y un batallas en un camino que no fue de rosas para poder llegar ahí: lesiones de larga duración (Llull, Kuzmic, Ayón y Randolph) acompañadas por otras de no tanto, pero que dejaban la plantilla con alfileres ante partidos importantes en la regular, el "biscotto" de los equipos griegos, tras dejarse perder el Olympiacos sus dos últimos partidos para que su máximo rival, el Panathinaikos tuviera factor cancha favorable en playoffs contra los merengues e incluso esa misma eliminatoria, que acabó con 3-1 favorable al Madrid, pero que empezó con una derrota de 30 puntos que escoció mucho y de la que también supieron sobre ponerse.
El más difícil todavía el "Per astra, ad aspera", hacia las estrellas por el camino más difícil, el tercero en las apuestas para ganar este título tras Cska, gran favorito en las apuestas y Fenerbahçe, actual campeón y favorito de técnicos y jugadores. Pero este tipo de partidos, es de sensaciones y de cómo se sienta el equipo, porque libra a libra, no coincido en que cualquier otra supere a la de los blancos.