Esta vez toca hablar largo y tendido sobre uno de los temas que a todos en un momento dado nos ha tocado vivir de diferentes maneras, al que escribe estas líneas le afecta directamente en el tema laboral y ha habido ocasiones en los que me ha llegado a superar sobremanera, así que me parece lógico hacer un post sobre el tema.
No es el primero en el que toco referente a la psicología, recomendando encarecidamente dos que se me vienen ahora a la mente si os gustan este tipo de entradas: EL EFECTO PLACEBO Y NOCEBO, SIMPLEMENTE NO o DESCUBRIENDO EL SÍNDROME DE ASPERGER.
Siempre me ha parecido muy interesante este tipo de actuaciones del ser humano y una cosa es tener ciertas nociones sobre el tema y otra bien distinta es llegar al siguiente nivel y poderme informar sobre el mismo y hacer lo propio con los lectores.
Ojalá el día de mañana alguna de las cosas que son enunciadas en este post sirvan de algo a la gente y pueda lidiar de la mejor manera posible si le afecta o llegar a comprenderlo mejor si solamente has llegado hasta aquí en busca de información. Por ambas cosas voy a intentar que sea lo más resumido (si, se que mis entradas suelen ser extensas) pero completo posible (lo son porque comprenden mucha información).
1. ¿QUÉ ES EL ESTRÉS?
Según la definición de la R.A.E.: "Tensión provocada por situaciones agobiantes que originan reacciones psicosomáticas o trastornos psicológicos a veces graves".
Eso es más o menos lo que todo el mundo creemos o entendemos al escuchar dicha palabra, aunque en realidad no es del todo precisa, si en lo que concierne a lo que la situación nos supera y por ello nuestro cuerpo empieza a crear ese tipo de reacciones ante dicho estímulo, pero la cosa va más allá.
Pero en realidad, el estrés es un mecanismo de defensa de nuestro propio cerebro que si se mantiene en niveles mínimos o normales, son necesarios en nuestra vida y en nuestra propia supervivencia. Si careciésemos de él, aparecería la apatía y con ella surgirían otro tipo de trastornos psicológicos que pudieran derivar en gravedad.
Cuando nos referimos al estrés, no hablamos en esos niveles mínimos o normales, más bien de que estos nos superan y se descontrolan. Llegados a este nivel, en el que la definición de la R.A.E habla que puede derivar en trastornos psicológicos a veces graves, no nos estamos refiriendo al término estrés, hay otra acepción para ello denominada "distrés".
El distrés es un estrés que ha evolucionado negativamente, cuando la situación que nos atañe nos sobrepasa y nos afecta psicológica y físicamente en distintos hábitos de nuestra vida cotidiana y, realmente es el tema principal del post.
También hay otro tipo de estrés que evoluciona positivamente que recibe el término de "eutrés" y que generalmente provocamos para nuestro propio beneficio. Para que entendáis un poco mejor, un claro ejemplo reside en el deporte, cuando intentamos provocar a nuestro cuerpo un estrés extra para conseguir mejores resultados a lo largo del tiempo, segregando con ello adrenalina, noradrenalina, serotonina y neuropéptidos, de los que nos aprovechamos de forma positiva.
2. EL DISTRÉS Y SUS SÍNTOMAS
Ya nos ha quedado claro que el estrés como tal no es algo negativo y que incluso puede ser asociado como mecanismo de defensa de nuestro sistema, adecuando nuestro cuerpo a la situación que nos afecta. También hemos aprendido que el estrés puede derivar en algo positivo como el "eutrés", queriéndole quitar en parte la mala fama que tiene dicha palabra.
Ahora toca centrarnos en los síntomas del distrés que se producen cuando nuestro organismo recibe una dosis elevada de cortisol produciéndonos un bloqueo, diferentes tipos de somatizaciones (síntomas físicos) y posteriores perjuicios para la salud pudiendo derivar en algo grave.
Por ello, es muy importante identificarlos a tiempo, ya que nuestro propio cuerpo nos los está mandando para informar que algo no está bien, pudiendo saber así lo que tenemos y poner remedios posteriormente:
- Síntomas psicológicos o emocionales: desconcentración, incapacidad de tomar decisiones, dificultad para actuar, miedos, irritabilidad e ira, falta de memoria, ansiedad, pesimismo, frustración, trastornos emocionales, ansiedad y pánico, desesperanza y desesperación.
- Síntomas físicos: agotamiento generalizado, dolores de cabeza, presión en el pecho, temblores, insomnio, disminución de la libido, obesidad, patologías en la piel, dolor de espalda y cervical, trastornos intestinales (reflujos, flatulencias, calambres estomacales, nauseas, diarreas o estreñimiento), aumento repentino de la presión arterial, palpitaciones, dificultad para respirar, entre otros.
- Síntomas conductuales: adicciones, impulsividad, alimentación compulsiva, abandono de responsabilidad, o aislamiento social.
- La depresión del funcionamiento de nuestro sistema inmunológico: Siendo éste nuestro peor síntoma puesto que nos predispone al desarrollo de enfermedades que pueden llegar a ser incluso de carácter crónico si evolucionan en el tiempo. Es obvio que un estado de excitación permanente acabará con nuestras defensas, nuestra salud psíquica y por último con la física.
3. CONOCIENDO LOS SÍNTOMAS (CÓMO HEMOS LLEGADO AHÍ Y PRIMERAS MEDIDAS QUE DEBEMOS LLEVAR A CABO)
El cortisol, también conocido como la hormona del estrés, se produce en las glándulas suprarrenales, dos pequeños bultos que se localizan encima de nuestros riñones. El cuerpo lo segrega con diferentes fines: responder al estrés, reducir una inflamación, regular el nivel de azúcar en la sangre y en el metabolismo y controlar la presión arterial.
A la hora de activarse por orden de nuestro cerebro, actúa sobre la mayoría de organismos y tejidos de nuestro cuerpo humano y normalmente su función es importante para nuestro bienestar, siempre y cuando reciba la dosis adecuada, pero en el caso del distrés, no es así. De alguna forma el cerebro nos está inyectando una dosis extra e incluso una sobredosis si siente que debe encender los protocolos de peligro al sentir que estamos alterados por algo de sobremanera.
Conociendo estos datos, es fácil dilucidar que esa sobrealteración producida por nuestro organismo tiene que ver como consecuencia de que nuestro estado emocional no se encuentra como es debido y que la solución primigenia es hacer que vuelva lo más cercano a su nivel estable.
Para ello hay una serie de ejercicios que podemos hacernos a nosotros mismos con el fin de regularlo:
1) Intentar solucionar el problema que nos atañe lo más pronto posible y no dejar que se dilate en el tiempo. Si, no es la solución que buscamos porque obviamente eso ya lo sabemos y es lo primero que vamos a intentar, pero me viene a la cabeza lo de que a veces las soluciones simples funcionan. Por ejemplo, los informáticos arreglan un alto porcentaje de incidencias simplemente diciéndoles a los usuarios que apaguen y reinicien el equipo.
2) Evitar los pensamientos en bucle. Cuando un problema nos supera, no dejamos de darle vueltas y cuando nos sobreexponemos a ello, tarde o temprano estamos creando otro tipo de problemas vinculados al original. Por ello es importante, si no podemos aplicar el punto 1 y el problema se va a alargar en el tiempo, tomarnos nuestros descansos sobre el tema que nos compete. Leer, salir a correr, hacer cosas que nos evadan un buen rato de lo que nos sucede y que nos aporten buena motivación y cierta energía para poder hacer frente a lo que nos quita el sueño y, hablando de éste, obviamente poder dormir bien.
3) Ordenar las prioridades de nuestro cerebro. A veces creemos que podemos con todo a la vez, pero estando en este tipo de estado, claramente eso no es así. Por tanto es hora de ordenar en nuestro cerebro las cosas que debemos priorizar en tiempo y esfuerzo sobre otras que no podemos cambiar o son superfluas. Básicamente es ejercitar nuestra concentración, centrándonos en una sola cosa y focalizándonos básicamente en ello para posteriormente hacer lo propio con la siguiente en la lista.
4) El orden en nuestro entorno. Una vez que hemos conseguido poner orden en nuestro cerebro, es importante hacer lo propio en nuestro entorno. Ver que las cosas de nuestra vida cotidiana tienen cierta normalidad, ayuda mucho psicológicamente a poder centrarnos en nuestro problema, sin embargo, si nos dejamos llevar y no tenemos una estabilidad y una coherencia en el resto de nuestro entorno, empeoraremos el mismo.
5) Evitar el aislamiento. Una cosa es que nos preocupemos por el problema y otra muy distinta es que dejemos que este nos domine. El ser humano es sociable por naturaleza, poder contar a la gente como nos sentimos o simplemente interactuar con ellos, sirve positivamente en nuestra mentalidad a la hora de afrontar el problema, sin embargo, si nos aislamos y nos obcecamos en lo que nos está pasando factura, acumularemos varias cosas mal de esta lista y encima propiciaremos otro tipo de problemas como un inicio de depresión, por ejemplo.
4. RECOMENDACIONES PARA LLEVARLO LO MEJOR POSIBLE
- Intentar durante todo el proceso estar lo más relajado física y psicológicamente. El cuerpo al estar sobreexcitado va a tender a crear problemas en forma de tensión y rigidez física y creando agobio psicológico. Por ello hay que trabajar todo lo contrario, buscar formas para poder estar lo más relajado posible en ambos ámbitos.
- Focalizar la atención en el momento presente. Conocida a día de hoy como técnica mindfulness y que está basada básicamente en una meditación centrada en la concentración con el fin de limpiar la mente y manejar mejor las emociones.
- Masajes faciales y corporales. Ayudan a que nuestro cuerpo se relaje y suelte buena parte de tensión acumulada.
- Practicar alguna forma de deporte de manera habitual. Nos vendrá bien en varios aspectos: tanto en llevar un orden preestablecido, como en desconectar, aliviar tensiones, mantener nuestro cuerpo y mente trabajada y sobre todo con salud.
- Alimentación saludable. En este tipo de casos podemos tener extremos tanto de no comer como de tener ansiedad por ello. Entonces es bueno seguir una dieta buena que nos sirva para mantener lo mejor posible nuestro metabolismo.
- Dormir adecuadamente. Tener nuestras siete u ocho horas de sueño reparador, también ayudará, ya que al obsesionarnos con el problema.
- La herramienta del humor. Cuando tenemos un problema que puede con nosotros olvidamos hacer cosas tan básicas como reírnos o pasar un buen rato y, aunque parezca con ello que no estamos prestando interés en la solución de lo que nos estresa, en realidad es otro elemento reparador claro dentro de nuestra salud mental.
- Relativizar el problema. Recomendación complementaria a la anterior, además de introducir el humor en la ecuación, hay que minimizar la parte dramática y el daño que nos supone el problema.
- Búsqueda de ayuda en profesionales. Los psicólogos siempre deben ser una herramienta básica en este tipo de problemas y hoy en día debemos acudir a ellos con total naturalidad como cualquier otro profesional dedicado a la salud, cuando ésta no se encuentra bien.
- Pensar positivamente. Centrándonos en los avances que vamos realizando día a día y nuestras evoluciones en el proceso e intentar no caer en el error que el estrés del problema está por encima de nosotros en todo momento.
- Intentar mantener un estatus proactivo en todo momento. Que podamos controlar las situaciones que se dan y no dejar que ellas nos controlen a nosotros.
- Orden físico y mental. Lo llevamos repitiendo en varios párrafos de este punto y del anterior. Cuantas más cosas hagamos para mejorar nuestro equilibrio físico y mental, menos conseguirá dañarnos el problema y podremos hacerle frente mejor.
- Realizar actividades que nos hagan sentir bien con los demás. Tiempo de desconexión y sociabilidad.
- Dar paseos durante el día estando expuestos al sol. La vitamina D que genera es buena para nuestro cuerpo, además obligarnos a salir de casa y estimularnos ya sea por la mañana o por la tarde durante las horas de sol, nos activará en todos los sentidos.
5. ALERTAS Y CONSECUENCIAS DEL DISTRÉS.
Poniéndonos serios, si no seguimos este tipo de pautas para enfrentar nuestro problemas al principio y durante el mismo, el distrés seguirá evolucionando en diferentes ramificaciones como ha sido probado en diferentes estudios.
1. RIESGO ENFERMEDAD CEREBROVASCULAR: Diversos investigadores del Colegio Universitario de Londres realizaron hace varios años un estudio publicado por la Canadian Medical Association Journal donde intentaban asociar el distrés psicológico y el riesgo de desarrollar una enfermedad cerebrovascular. Durante el proceso se analizaron a un total de 68.652 habitantes dentro de una Encuesta de Salud de Inglaterra, siendo el tipo medio blanco, 55% mujeres y una edad promedio entorno a los 55 años. En un seguimiento de 8 años de esos casos encuestados, se produjeron un total de 2.367 muertes por enfermedades cardiovasculares y cardiopatía isquémica, presentando un mayor riesgo de muerte por este tipo de causa todos aquellos que tenían distrés.
2. SECUELAS EN LA CAPACIDAD FÍSICA: En otro estudio realizado en Australia y publicado en la revista Journal of the American Geriatrics Society, se analizaron los datos de 100.000 ciudadanos australianos mayores de 65 años de edad, comprobando que 8,4% de ellos experimentaban distrés psicológico provocando esto un riesgo de discapacidad física cuatro veces superior a la del resto. Este estudio también reveló que las personas que a esas edades todavía eran físicamente activas son mucho menos propensas a sufrir este tipo de discapacidades físicas, además de ser una ayuda para combatir el distrés.
Ambos trabajos científicos ayudaron a dilucidar algo que ya se sabía en cuestión de síntomas provocados por el distrés y que hay que tomar como señales de alerta:
- PSÍQUICOS: Angustia, preocupación, desesperanza, introversión, depresión, impaciencia, irritación, hostilidad, agresividad, frustración, aburrimiento, inseguridad, sentimiento de culpa, desinterés por la apariencia, por la salud, por el sexo, incapacidad de finalizar una tarea antes de comenzar otra, dificultad para pensar con claridad, concentrarse y/o tomar decisiones, fallos en la memoria, falta de creatividad, disminución de la atención, inflexibilidad, hipercrítica, comportamiento irracional, pérdida de la eficacia en la productividad.
- FÍSICOS: Palpitaciones, sensación de ahogo, hiperventilación, sequedad de boca, apnea, náuseas, malestares digestivos, diarrea, estreñimiento, tensión y/o dolor muscular, calambres, inquietud, hiperactividad, temblor en las manos, fatiga, mareos, dolor de cabeza, sofocos, manos y pies fríos, disminución del deseo sexual, mayor consumo de sustancias (alcohol, drogas, tabaco) e incluso si se convierte en algo crónico puede derivar o tener más porcentaje de posibilidades de contraer un cáncer.
6. LA DEPRESIÓN Y LA ANSIEDAD
Hemos hablado de todos los síntomas que pueden derivar del intrés, pero todavía no hemos mencionado dos de sus posibles caminos más peligrosos siguiendo en gravedad como: la depresión y la ansiedad.
Teniendo los níveles de cortison muy elevados en el tiempo y no pudiendo hacer frente como es debido, notando desde hace tiempo varios de los síntomas antes expuestos, nuestro cuerpo habrá un momento que elija entre decaer (depresión) o seguir estando sobreexcitado al llegar a tener miedo de lo que está ocurriendo (ansiedad).
La depresión según la R.A.E. es un "síndrome caracterizado por una tristeza profunda y por la inhibición de las funciones psíquicas". Sus síntomas principales son:
- Agitación, inquietud, irritabilidad e ira.
- Volverse retraído o aislarse.
- Fatiga y falta de energía.
- Sentimientos de desesperanza, impotencia, inutilidad, culpabilidad y odio a sí mismo.
- Pérdida de interés o placer en actividades que antes disfrutaba, incluyendo el sexo.
- Cambio repentino en el apetito, a menudo con aumento o pérdida de peso.
- Pensamientos de muerte o de suicidio.
- Problemas para concentrarse.
- Problemas para conciliar el sueño o exceso de sueño.
Muchos de ellos ya los hemos visto en el propio intrés, pero llegados a este punto son mucho más graves. Por internet se pueden buscar metodologías para ir saliendo poco a poco de la depresión, pero en este caso concreto ésta no es leve, está provocada por otra causa que ya nos ha hecho daño tanto a nivel físico como mental, y lo mejor es ponernos en manos de profesionales para que nos ayuden a salir de ese estado.
Por otro lado, la ansiedad viene definida como "un estado de angustia o inquietud de carácter patológico por algo que va a suceder o que se teme que suceda". En este caso concreto, derivada de un intrés continuado, es la contraparte de la depresión donde el cuerpo del individuo decide de alguna manera dejar de seguir luchando, mientras que aquí estimula el organismo como un miedo irracional sobre el problema haciéndole ver que no está capacitado para solucionarlo y provocando una disfunción más grave en los estados de alerta en el mismo. Sus síntomas principales son:
- Sensación de nerviosismo, agitación o tensión.
- Sensación de peligro inminente, pánico o catástrofe.
- Aumento del ritmo cardíaco.
- Respiración acelerada (hiperventilación).
- Sudoración, temblores, sensación de debilidad o cansancio.
- Problemas para concentrarse o para pensar en otra cosa que no sea la preocupación actual
- Problemas para conciliar el sueño.
- Padecer problemas gastrointestinales (GI).
- Dificultades para controlar las preocupaciones.
- Necesidad de evitar las situaciones que generan ansiedad.
De igual modo, llegados a este punto y viendo que no han servido los consejos de la etapa anterior, lo mejor en estos casos es ponernos en manos de especialistas para intentar solucionar el problema lo mejor posible o al menos saber convivir con él de por vida.
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