"El síndrome de Asperger es un trastorno del desarrollo que se incluye dentro del espectro autista y que afecta la interacción social recíproca, la comunicación verbal y no verbal, una resistencia para aceptar el cambio, inflexibilidad del pensamiento así como poseer campos de interés estrechos y absorbentes".
Durante el recorrido de este post veremos que incluso ni en la definición recogida para explicar este síndrome los expertos llegan a ponerse de acuerdo. Así de complejo e inquietante es este trastorno del neurodesarrollo que se nota principalmente en la comunicación y en la interacción social de las personas que lo tienen.
Y ya que empezamos la entrada con una definición, la continuaremos con otra, la de normal: "Con origen en el término latino normalis, el concepto se refiere a aquello que se encuentra en un estado al que se lo considera como natural. El término también se refiere a lo que actúa como regla, canon o modelo, y a lo que se ajusta, debido a su naturaleza, a preceptos establecidos con antelación".
En una sociedad donde nos gusta etiquetar las cosas que se salen de ese canon establecido por lo que le sucede o por como son la mayoría, solemos meter la pata de forma continuada a la hora de catalogar todo aquello que no entre en ese saco. En vez de aprender sobre lo que consideramos diferente y meterlo dentro del mismo produciendo lo que viene siendo una variedad, tendemos a crear otro tipo de sacos diferentes, siendo apartados de forma indebida como si tuviésemos ciertas reticencias a naturalizar lo que no es común, a veces incluso de maneras muy dolorosas para todos aquellos que no están dentro de esos parámetros preestablecidos a los que se defenestra, se quiera o no, por no comportarse del mismo modo que el resto.