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28 enero 2011

EL HOMBRE SIN MIEDO.

CAPITULO 3.

Ni siquiera llame a casa, ¿para qué?. El que estaba con el culo lleno de mierda era yo, no ellos.

Recogí mi coche, el cual siempre aparco en un callejón a varias manzanas. Lo hago por miedo a que mi boca replique a la de algún vecino del rascacielos y como venganza la paguen con mi coche. Sí, soy un malpensado, pero miren para que me sirve serlo, me ahorré con ello la típica persecución de coches de las pelis de acción.

Había un motel a las afueras, la dueña era una ex, la conocía bien, seguía prendada de mí, me daría una habitación el tiempo que quisiera a cambio de decirle guapa todos los días y hacerle algún que otro favor. Cómo les dije, las cosas con mi mujer no iban bien y era yo quien corría peligro, así que me daba igual lo que tuviera que hacer.

Al cabo de dos semanas, pensé en aparecer por casa, más bien porque la ropa ya me olía mal y no sé ni echar monedas a la única lavadora de la que dependíamos todos los alojados del motel, como para echarla después el jabón y poner el programa en marcha.

Las cosas se habrían calmado, de todas formas mi intención era recoger mi ropa y volver al motel, estaba mejor allí.

Ya en mi casa, antes de abrir la puerta, escuché un grito de mi hijo mayor, e hice exactamente lo mismo que en mi trabajo, esconderme. Menuda mierda de padre, ¿eh?. Están maltratando a su hijo y… ¿qué hace?, esconderse, mejor que reciba solo uno y no los dos.

Al salir de mi casa reconocí a los dos individuos que bajaron aquel ingrato día por el ascensor, espere a que se fueran y me decidí a entrar…

Para mí era un dejavú, así que si llegaba a ver al viejo de nuevo, le remataba, ley del talión (ojo x ojo). Menuda mierda de padre, recalco, esperando que se fueran los matones para vengarme de un “pobre” anciano por lo que ha hecho a parte de mi familia. Contra ese por lo menos podría darme el placer de revancha y parecerme algo a un héroe.

Lo que me encontré aún a día de hoy, no lo asimilo. Mi familia al completo, descuartizada, torturada hasta una muerte lenta y dolorosa con el fin de sonsacarles información sobre mí. Mi hijo mayor aún respiraba, fue el último en pasar por semejante vendetta. Sus últimas palabras fueron: “Papa, no hemos dicho nada de ti, tranquilo…” muriendo en mis brazos, desangrado y medio mutilado.

Esa era mi familia, dieron su vida por defenderme, mientras yo desaparecí durante medio mes, sin decirles ni mu. No pensé en su pellejo en ningún momento, no me entiendan mal, yo les quería, y a día de hoy por desgracia mucho mas, pero en ese momento mi egoísmo sólo me hacía pensar en mi seguridad y no me di cuenta del peligro para ellos.

Llamé a la policía para dar parte y huí de nuevo al motel, por miedo a ser encontrado, ni un funeral digno en el que estuviera presente tuvieron. No me odien, ya me odio yo lo suficiente…

7 comentarios :

  1. Qué sanguinario todo esto. ¡Ahora tiene que vengarles! OH!.

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  2. Jo Ori, si haces de editora no "destripes" argumentos o des posibles spoilers, aixina no anem, tia! ja ja ja ja ja

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  3. Ja, ja, ja. Encima que me pongo de lleno en ello...

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  4. Edu: Erase una vez....
    Ori: Y vivieron felices y comieron perdices?
    Edu: pero si no te he dicho de que va el cuento, ni quien es su protagonista aun...
    Ori: pero a que vivieron felices y comieron perdices?

    Ya os pondre a las dos el proximo capitulo mañana o pasado, según me de tiempo...

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  5. Ja, ja, ja, ja. Pues ése minicuento también está bien, ja, ja, ja.

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