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24 enero 2011

EL HOMBRE SIN MIEDO.

CAPITULO 1.

Y como ocurre en estos casos, empiezo la historia por el final. Aquí me ven, sentado en un salón, viéndome por la televisión… “El hombre sin miedo” me dicen, sumergido el apodo en una serie de halagos que desmerezco. Si la reportera del telediario supiese lo que pasa por mi cabeza, seguramente en vez de dar la noticia con una sonrisa llena de vitalidad, lloraría desconsoladamente, porque mi vida es una mierda, una mentira en la que no queda futuro, pues ya acabaron con mi presente.

Sé que en estos momentos he creado unas pequeñas dudas sobre el que me pasará en sus curiosos cerebros, pero para comprender quien soy, que he hecho y porque estoy así, deberé remontarme al como comenzó todo y comprobarán que, lejos de ser un héroe, soy una escoria.

Todo comenzó hace apenas mes y medio, entonces mi vida valía bien poco, pero a día de hoy pienso que en ese momento yo era el hombre más afortunado del mundo. La relación con mi mujer no pasaba por un buen momento y a mis dos críos los veía más como dos bocas a las que alimentar que como a las dos personas, junto con mi esposa, más importantes en mi vida.

Nunca aspiré a nada, soy un conformista, quizás por miedo al fracaso, quizás porque prefiero siempre una rutina al que pasará… Por ello mi trabajo era simple, consistía en limpiar los diferentes pisos de un pequeño rascacielos en el medio de la ciudad. Ocho horas diarias, dinero suficiente para mantener sin lujos a los cuatro y con poca vigilancia de los llamados jefes.

Recuerdo que aquel día era sábado, entre a trabajar en el turno de tarde y a eso de las nueve de la noche, fue en la planta quince, en la cual me encontraba en ese momento, hubo un fuerte alboroto.

- Por favor, señor déjeme un par de semanas más, le juró que haré lo que me pide.

- Eso dijiste hace 15 días, y no veo resultados… ¡Pegadle duro!

En esta situación, ¿qué hubieran hecho ustedes?. Pues seguramente una de estas dos opciones: 1) Ir a ver qué pasaba, procurando no ser visto o 2) Salir corriendo a pedir ayuda e informar a la policía de lo sucedido…

¿Qué hice yo?, la tercera opción, la consecuente con mi forma de ser, seguí con mi trabajo, como si la cosa no fuera conmigo, porque en realidad a mi me pagaban por limpiar, no por saber que ocurría tras las puertas de los pisos.

Pasados un par de minutos, una voz grave, la que correspondía a la segunda frase anteriormente escuchada, volvió a pronunciarse.

- Éste ya no nos sirve de nada, ¡Acabad con él!.

Seguidamente, escuché claramente como disparaban dos balas, la del mate y la del remate.
(CONTINUARÁ...)

4 comentarios :

  1. Esto debería tener un botoncito para darle al "Me gusta" como el facebook... pues eso, que me gusta xD Espero que continúe =P

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  2. Hombre, la desaparecida!!!, hombre pues continuar continua, porque ya tengo escrito hasta el sexto capitulo, y esta al 75% concluida, pero hay varios finales en mente y a ver por donde me da... Ire publicandola los proximos dias...

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  3. Pues yo, obviamente, hubiera optado por la primera opción, ja, ja, ja, ja, ja.

    Venga, querido, cuelga ya el segundo.

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  4. Te esperas curiosa... deja un par de dias la entrada coñe ;P

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