En marzo del año pasado, los últimos días de trabajo antes del confinamiento, una de mis compañeras me recomendó una serie para ver de Netflix titulada "Manhunt Unabomber", una especie de biopic en ocho episodios de Ted Kaczynski. Una mente privilegiada que por circunstancias de la vida se volvió inestable y fiel a unos ideales que quería que todo el mundo conociese y también un artesano de bombas caseras que fue repartiendo durante 17 años mediante paquetes de correo a lo largo y ancho de Estados Unidos, eligiendo a las víctimas sin un motivo aparente.
No era mi intención hablar más de asesinos en unas cuantas entradas del blog, pero tras ver por fin la serie, me hizo pensar demasiado en un tema: ¿De verdad la sociedad busca una justicia legal o en algunos casos queremos que ésta sea ciega? ¿Te parecería bien que tanto el FBI, como en el juicio, se saltaran a la torera la legalidad para encerrar a un asesino?
Si todas las detenciones y juicios de cualquier persona fueran de ese modo, no habría ley, sería una especie de dictadura donde los altos cargos de la ley juzgarían según la conveniencia, creando de antemano este precedente, del otro lado, si no hubieran actuado así, el Unabomber podía haber seguido matando por correo con cualquier impunidad.
Un debate que me hace poner los pelos de punta, erradicar el mal con mal o creer en la sentencia de "El fin justifica los medios" de Maquiavelo, nos distancia de poder creer en que el juicio no termine siendo una manzana podrida donde ya estás condenado de antemano por conveniencia de unos pocos. Lo malo es que lo que detalla la serie, sucedió en realidad.