En 1995, John E. Douglas, un agente retirado del FBI decide publicar el libro autobiográfico Mind Hunter: Inside FBI's Elite Serial Crime Unit (Cazador de Mentes: dentro de la Unidad de Élite de delitos Seriales del FBI), en el que nos mostraba el cómo se gestó a finales de los setenta el "perfil de personalidad criminal" y a partir de ello la Unidad de Élite.
Veintidós años después, el prolífico director David Fincher (Alien 3, Seven, El club de la lucha, Zodiac, La chica del dragón tatuado...) decidió adaptar el libro en forma de serie, haciendo que los personajes principales Holden Ford, Bill Tench y Wendy Carr se basen en lo ocurrido realmente al propio John E. Douglas a su compañero Robert K. Ressler y a la psicóloga Ann Wolbert Burguess a partir de los que se creó la Unidad de Élite de delitos seriales del F.B.I.
Fincher nos dejó colgados tras dos temporadas muy interesantes en los que el FBI se dedica perseguir a asesinos en serie en busca y captura ayudados con los conocimientos previos que han adquirido al entrevistar a quienes están encerrados: "Para atraparlos hay que pensar primero como ellos". Este modus operandi provocó un antes y un después a la hora de interactuar con asesinos e investigar sus casos, algo que no estaba bien visto por la sociedad, interrelacionarse con aquellos maníacos que habían hecho daño a tantas familias para poder saber el porqué y cómo actúan los que siguen libres. Sólo los resultados en forma de captura de varios de ellos propiciaron que el FBI en cuántico se pusiera a evaluar, catalogar y estudiar a los diferentes asesinos múltiples.
Este post va a contar con dos partes que publicaré en semanas consecutivas con el fin de conocer un poco mejor a los mayores psicópatas de Estados Unidos desde de los sesenta hasta los noventa, centrándose en la etapa de finales de los setenta y principios de los ochenta: 6 en la primera temporada y 8 en la segunda.
De paso recomendar una serie que no se centra en el aspecto visual de los crímenes sino en la forma de ser y actuar de los causantes, siendo muy interesantes las entrevistas que tuvo que hacer Douglas (Holden Ford en la ficción) con personas que en un primer momento nos pueden parecer de un corte similar por sus actos pero que en realidad tienen personalidades muy dispares.
Una serie con la que aprender, que a veces resulta lineal porque es fiel a lo que ocurrió en la realidad y que, a diferencia con otras basadas en los thriller policiales, carece de espectacularidad y morbo, eso de por si lo generan las palabras de cada uno de los protagonistas.