SOBRE LA CALMA QUE ANTECEDE A LA TEMPESTAD.

¿Os habéis sentido alguna vez como insertados en una especie de bucle? Pues así últimamente concibo la vida, se de antemano que va a pasar en un periodo de tiempo (llamémosle semana), sin necesidad de que pasen los días.

Da miedo en si pensar, que si el bucle continúa como hasta ahora, un día siempre estará tachado en rojo y desear que ese día nunca llegue, porque de antemano, sabes que lo vas a pasar mal.
Deseas que eso no ocurra, con todas las fuerzas del mundo, pero llega el día y siempre pasa lo mismo.

Ocurrido esto, le empiezas a coger manía, si bien el proceso ha sido reiterativo durante muchas semanas… salvo alguna, donde todos los principios del bucle no se daban y por tanto la variación de los acontecimientos también cambiaba a mejor, cosa que ocurrió por ejemplo la semana pasada.

Pero, vueltos a la rutina, todos los principios se vuelven a dar, y te sientes inmerso en tu batalla personal, orando incluso para que lo que piensas que va a suceder, no ocurra, pero ha sido hasta ahora tan fiable que… ¿cómo puedes creer que estas vez va a fallar?. ¿Poniendo medios? Pues no, porque los medios que pueda poner ya son sinónimo de autofragelamiento y obviamente, de lo que huyes es del dolor.

Así que si sigues las directrices y sabes cómo vas a acabar, lo que buscas es un cambio, una salida del bucle, algo que saque tu sonrisa y no tu peor versión… y en esas me encuentro, mientras miro el calendario y temo acabar mal, para que, seguidamente se inicie el rumbo de nuevo con el mismo final.
Son momentos de calma, vacía, innocua que no sirve de nada porque en el fondo ves la tempestad y ya estas abrumado, cabizbajo y con un pensamiento en la cabeza: Por favor, otra vez, de nuevo, no.
Esperando que alguna vez cambie el viento y juegue a tu favor...