El 2018 nos dejó un año hasta la fecha inigualable en el blog, os agradezco por tanto todas esas visitas (números impensables tras ocho años y pico dándole al teclado), pero también hay cosas que no funcionan...
Si bien el computo total de visitas va in crescendo, cada vez que saco una nueva entrada, le cuesta arrancar un mundo y si bien algunas han terminado haciéndolo de forma tardía siendo una eclosión con mayúsculas, otras se han convertido en grandes fiascos no llegando a los mínimos exigidos y es una cosa que me preocupa para este nuevo año.
Dicen que la popularidad de una entrada nueva radica mayormente en el número de visitas de las primeras 48 horas, ahí reside en buena medida que lo que has escrito llegue a buen puerto o sea una auténtica pifia ha sido mi gran talón de Aquiles en el año que nos ha dejado.
Los seguidores leen el blog, pero se sienten mucho más atraídos por entradas de años atrás que las escritas en el último mes teniendo en muchas ocasiones más visitas alguna entrada top de mi blog de hace años que una recién sacada del horno, y eso, aunque la cosa funcione muy bien, es algo preocupante, porque te hace vez que en la actualidad no cumples la mayoría de veces los objetivos que te has propuesto y en gran medida vives de las rentas.
Otra cosa que me preocupa (y bastante), es que no conecto con mi público, las entradas que más me enorgullecen suelen ser, salvo raras excepciones, un auténtico fracaso y otras entradas que haces con el fin de cumplir el expediente semanal o siendo de carácter relámpago por un suceso actual y teniendo el mínimo reposo, estudio del tema o contextualización, triunfan de manera excelsa en comparación con otras que tienen muchísimo más trabajo detrás.
No quiero aburriros más vamos con la lista y mis opiniones... Si queréis darles una nueva oportunidad podéis pinchar en los títulos de cada entrada o en las partes, según corresponda