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07 febrero 2011

EL HOMBRE SIN MIEDO

CAPITULO 5.

Antes de desaparecer del escenario del crimen, examiné los tres cadáveres, incluido el de ella, buscando cosas que pudieran ser de utilidad. Dos revolveres, con respectivas balas para recargar en la guantera del vehículo que llevaban, unas llaves de coche obviamente, dos billeteras, dos móviles y bastante dinero en efectivo de una caja de caudales de la recepción, de la cual obviamente también “encontré” una llave… Total a ella ya ese dinero no le iba a ser de utilidad.

Inspeccionando las carteras, me sorprendió que ambos individuos trabajaran para un servicio de lavandería, si bien se dedicaban a hacer desaparecer trapos sucios, no me los imaginaba lavándolos. ¿Se imaginan si en vez de haber llevado la ropa a lavar a mi casa, me hubiera dado por llevarla allí?

Yo no sé apenas qué es eso de internet, pero me apresuré a un cibercafé para poder investigar sobre esa lavandería. Basta decir que me llevé su coche, molaba mucho más que mi chatarra y tenía el depósito lleno. Cogi un destornillador y cambie la matricula con el mio...

El servicio de lavandería, como podrán sospechar era una tapadera del viejo, para la cual trabajaban ocho personas y él figuraba como director. El cabrón blanqueaba el dinero de las extorsiones en ese negocio, haciendo que todo fuera legal. ¿Sus clientes? Todo aquel que le debiera dinero o favores, todos ellos estaban en cartera... El mundo de la calle sabía quién y cómo era ese tipo, pero nadie se quejaba de su “lavandería” por miedo a desaparecer sin dejar mancha.

Tras unos días de investigación y patearme la ciudad, conseguí hacerme con un plano del edificio, averigüe que no habían contratado a más gente por las dos “bajas” y me hice con las caras de los otros seis que trabajaban allí. Paseaba cerca de la lavandería todos los días y malpagaba a algún mendigo para que entrase en ella y me informara de la situación.

Llegado el momento se me cruzaron los cables, preparé cocteles molotov caseros, compre más balas y unos prismáticos, con los cuales me tire vigilando el edificio durante un par de semanas antes de actuar, para comprobar horarios, zonas de ataque y sobre todo para saber cuándo mi objetivo iba a estar en mi punto de mira.

Ensayé la puntería durante ese par de semanas, disparando esta vez con los ojos abiertos y haciéndome al arma. No me apetecía fallar el disparo del viejo: ¡Blam, entre ceja y ceja!

Llegó el día esperado, había pasado un mes desde lo ocurrido, y yo había cambiado demasiado, tenía sed de venganza en vez de desidia y no tenía miedo en llevarme por delante lo que fuera hasta llegar a él. Mi único fin era estar lo suficientemente vivo para matarle con mis propias manos si fuera preciso, si después fallecía, podría hacerlo en paz.

5 comentarios :

  1. Oye pues a mí sí que me mola, aunque demasiado fácil veo yo eso de comprar balas así, sin más xDD

    Waiting chapter 6...

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  2. Ya estamos sacando defectos, le tendre que preguntar al protagonista donde narices las compro... porque dinero por lo menos tenia :P
    P.d. Te esperas a mañana que ya te vale aqui pidiendo capitulos ja ja ja ja

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  3. hola, he leído el comentario que le has dejado a Laura en su blog, el traspaso de la imagen como tal a la chapa, se hace con una máquina de hacer chapas, si quieres más información te dejo el blog del chico que las hace que te puede informar sobre todo aquello que quieras saber, bsos


    http://bizarre-bikes.blogspot.com/

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  4. Yo iba a decir lo mismo de las balas, JA, JA, JA, JA.

    Ahora sí, lo que me ha hecho gracia ha sido el cambio de matrículo, ja, ja, ja.

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  5. Joer en una peli de accion veis a un tio entrar a una tienda y comprar de todo para reventar a los malos y no decis ni mu, y ahora tengo que poner aqui donde las compra, como las compra y a quien se las compra, coñe echar imaginacion XD

    Ja ja ja ja, lo de la matricula lo puse por la forma de ser del protagonista, muy tiquismiquis para todo intenta pensar en lo que no piensen los demas...

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