Me siento orgulloso de todos estos meses, que tanto las
madres, como los que dirigen el centro y la empresa para la que trabajo,
reconozcan la labor y quieran pensar que el año que viene siga allí dándoles
clases a sus hijos.
También me enorgullece que los chavales, que tanto odiaban
quedarse por las tardes una hora para hacer los deberes, me digan que quieren
seguir estando y que si me marcho harán los deberes mal a posta para que les
vuelvan a mandar conmigo.
Me gusta los progresos que han ido teniendo y que se
acuerden de muchas cosas por cómo les he enseñado, conseguir que hayan sido más
autónomos a la hora de hacer la tarea y que hayamos pasado de enfados a risas
en determinados momentos.
Mucha gente me pregunta ¿por qué te hice maestro? Pues
simplemente porque los niños son capaces de sacar lo mejor de ti cuando peor te
puedes encontrar, te dan vida, energía y a cambio tu les enseñas, que
posiblemente es lo más bonito que te pueden dar.
Con 12 años me marco mucho un maestro, uno de los grandes,
de esos que hay que poner con mayúsculas, con el que aprendí muchísimas cosas,
no sólo conocimientos, también educación y cómo uno debe ir por la vida. Se
preocupaba por sus alumnos, no solo a nivel colectivo, también individual,
pulía nuestros defectos y sacaba nuestras virtudes y había días en que los
libros sobraban porque era capaz de transmitirnos mejor la idea sin encadenarse
a unas frases que no sabemos quien escribió. Me marco tanto, que con esa edad,
ya sé que quería ser. El destino quiso que hiciera las prácticas en mi colegio
y que mi tutor fuera él y aprendí mucho más en 4 meses, que en toda la carrera
de Magisterio.
Muchos años después y habiéndole perdido por el camino, cada
vez que explico algo, o hago pensar a los chavales, haciéndoles ver que saben
la respuesta sin que se la dé, me acuerdo de él, y de alguna forma me siento un
poco mejor persona.
Es una pena la incertidumbre en la que vivimos, que te vayas
haciendo camino en tu sector, cuando toda la vida la has ido haciendo en
diversos trabajos que no tenían nada que ver con lo tuyo. Que cuando empiezan
ir las cosas bien, hagan recortes en cosas tan importantes como la sanidad y la
educación, que ese dinero acabe en lugares como Bankia y que nos sigan quitando
puestos de trabajo con esos recortes, mientras te sigan prometiendo que se van
a crear más puestos de trabajo, cuando en realidad nos los están quitando.
No es la primera vez que me ocurre, y es frustrante que te
quedes sin uno de tus empleos, no porque no lo hagas bien ni estén contentos
contigo, sino porque algún político ha decidido acabar con tus ilusiones y las
de los demás. No os hacéis la idea lo difícil que es decirle a las madres que
no solo no sabes que va a ocurrir el curso próximo contigo, sino que además a
sus hijos que cojean en el colegio ya sea una asignatura o en general, lo más
seguro se queden sin esas clases, porque alguien juega a ser dios, decidiendo
que es lo mejor para los demás. Quería exponer mi caso en particular como un granito de arena má, pero señores,
no seamos ciegos, esto ocurre a nivel nacional en muchísimos sitios y a muchas personas relacionadas con la educación, y por eso en estos meses, más que
nunca, me siento muy relacionado con el lazo verde.
