Del latín patientĭa, la palabra paciencia hace referencia a la capacidad que tiene una persona soportar
o tolerar algo sin ponerse nerviosa. De esta forma, un sujeto con paciencia es aquel que no suele alterarse.
Según esa definición soy una persona muy contradictoria, puesto que posiblemente sea una de las personas más nerviosas que conozco y para ciertas cosas tengo más paciencia que el Santo Job. Si bien me caracterizo por tener paciencia en las cosas que verdaderamente me importan, esas que ya sean de carácter social, laboral, sentimental o personal. Cuando las cosas no salen como quiero y cuando deberían tiendo a respirar hondo y decir, con tranquilidad, el momento adecuado no se ha dado, pero estoy seguro que se dará.
Según esa definición soy una persona muy contradictoria, puesto que posiblemente sea una de las personas más nerviosas que conozco y para ciertas cosas tengo más paciencia que el Santo Job. Si bien me caracterizo por tener paciencia en las cosas que verdaderamente me importan, esas que ya sean de carácter social, laboral, sentimental o personal. Cuando las cosas no salen como quiero y cuando deberían tiendo a respirar hondo y decir, con tranquilidad, el momento adecuado no se ha dado, pero estoy seguro que se dará.
Particularmente esta forma de ser ha dado sus frutos muchas
veces, pero no es una ciencia cierta y por supuesto no es una virtud. El ser
humano por naturaleza tiende a rodearse de las personas, cosas y situaciones
necesarias para sentirse cómodo con su vida, pudiendo dejar de lado muchas
otras superfluas que va perdiendo por muchas razones por el camino.
Ahora bien, cuando nos tocan ese estrecho círculo necesario
de comodidad, ¿cómo reaccionamos?. Pues si empezamos a simplificar, sólo
podemos hacerlo de dos formas, una luchar contra viento y marea para no
perderlo y otra asumir que el tiempo volverá a poner las cosas en su sitio y
que quizás luchando perderemos aún más de lo que ahora nos falta.
Yo soy muy de la primera opción, luchar por lo que nos hace
falta, pero a veces las batallas no se ganan con lo que se desea y siendo el más
voluntarioso en conseguirlo. En otras ocasiones lo mejor es calmarse, contar
hasta diez, cien o la cifra que veamos conveniente y pensar que mañana será
otro día totalmente diferente y si se presenta la opción adecuada para la
solución, pues aprovecharla. A eso se le llama sensatez, pensar con la razón y
no con el corazón y muchos más blablablás que quedan muy bien y dan categoría a
tu persona por solucionar un problema de manera paciente.
Pues bien, este método cuando sale es para estar orgulloso,
pero no es para nada infalible y en ocasiones el día que en teoría vendría
marcado para tu oportunidad, nunca llega , y con ello la solución a tu problema
se ha marchado y te has quedado en anden esperando una oportunidad que no
llega. En esas ocasiones, ya no quedas de sensato, sino de torpe, de no saber
racionalizar el problema y saber solucionarlo, de haber dejado escapar algo que
realmente te importa y lo peor, en vez de estar mal por ello, sigues pensando
en que mañana será otro día y quizás haya oportunidades donde no las hubo, que
no impusiste tu criterio por intentar hacerlo bien y que has perdido más que de
no haber hablado las cosas a su debido tiempo, en el que quizás tampoco se
hubiera solucionado nada, pero ya habías dejado impronta de que pensabas en el
tema y de cómo querías solucionarlo y tu conciencia por lo menos estaría en paz
que guardando silencio esperando a que las piezas terminen de encajar.
Por ello pienso que los que creen de verdad que “la
paciencia es una virtud”, debería responder con ¡los coj…!.
Sobre paciencia hay un chiste que dice: "Dios mio dame paciencia por favor!!!... pero dámela ya joder!!!
ResponderEliminarGran artículo crack!!!
Jajajaja, pues si mas o menos lo mismo que el chiste, muchas gracias ;P
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