Creo sinceramente que los humanos podemos estar atraídos por cosas que deseamos de corazón, poseamos el dinero para adquirirlas o no. No estoy hablando de consumismo, en parte obviamente sí, pero no es comprar por comprar, es hacerlo porque quieres desde hace mucho tiempo ese objeto para tu colección.
Por ejemplo, el que les escribe es un enamorado
desde que tiene uso de razón de la banda británica Queen y he ido recopilando
con el paso de las décadas bastantes cosas sobre el grupo, atendiendo siempre a
una importancia determinada y un precio acorde, si la primera variante sube y
la segunda es asumible, posiblemente lo adquiera, pero no por ello hago lo
propio con todo el merchandising que puedan tener en el mercado, sólo con
ciertas piezas.
Ahora imaginemos que tengas el dinero por castigo,
y lo puedas invertir, sin reparar gastos, en cualquier cosa. Los ricos suelen
hacer lo propio en elementos exclusivos: avión, yate, cuadros, joyas... Una
manera de indicar el poder adquisitivo acorde con el resto de los humanos que
ni en cien vidas con su salario pudieran permitirse aspirar a comprar.
Pero vamos un paso más allá y no lo hacemos por
ostentación u opulencia, simplemente porque deseamos tener algo único pero con
un toque más friki. Es en ese momento donde derrochan dinero sin sentido, y en
este caso lo vamos a centrar en el tema cinéfilo.
¿Os habéis preguntado qué elementos icónicos de la historia del cine son propiedad en la actualidad de coleccionistas privados?, y... ¿cuánto les ha podido costar dicho objeto?. Pues ahora vamos a hablar de ello.
10. LA ESPADA DE ARAGORN
Los guionistas de Peter Jackson en su trilogía de "El Señor de los Anillos", respetaron uno de los diálogos más icónicos de J.R.R. Tolkien, cuando el valiente héroe y futuro rey, descubre su identidad en "Las dos Torres": "No sirvo a ningún hombre, pero persigo a los sirvientes de Sauron en cualquier sitio que se encuentren. No estoy desarmado. Aragorn echó atrás la capa. La vaina élfica centelleó y la hoja brillante de Andúril resplandeció con una llama súbita. -¡Elendil! - gritó-. Soy Aragorn hijo de Arathorn y me llaman Elessar, Piedra de Elfo, Dúnadan, heredero del hijo de Isildur, hijo de Elendil de Gondor. ¡He aquí la Espada que estuvo rota una vez y fue forjada de nuevo! ¿Me ayudarás o te opondrás a mí? ¡Escoge rápido!".
Dicha espada provenía de los
pedazos de Narsil, la hoja que derrotó a
Sauron la primera vez y que, después de romperse en dicha batalla, volvió a ser
forjada indicando que el portador desciende de la familia real de Gondor.
Peter Jackson usó para sus
películas cuatro réplicas exactas de dicha espada y una de ellas fue a parar a
una subasta benéfica llamada "No hay
lugar como Hollywood", donándola para la causa el mítico actor
Christopher Lee que en la trilogía hace el papel de Saruman, el mago traidor y
contraparte de Gandalf. En la misma se subastaron otros objetos de las
películas de Tolkien, siendo los más llamativos la mencionada Anduril, o mejor
dicho una de ellas, y la vara de Saruman.
Así el 24 de noviembre de 2014 la
casa Bonham´s de nueva York puso a la venta dichos artículos y la mítica espada
que lucía Viggo Mortensen como Aragorn, un icono entre todos los seguidores de
los libros y la franquicia cinematográfica, llegó a conseguir por su
adquisición 437.000 dólares.
Lo curioso es que el actor danés
tiene otra de las tres restantes que se llevó de recuerdo tras el rodaje de la
trilogía y pidió permiso a Peter Jackson para usarla en el largometraje "Hasta el fin del mundo" (2023)
que, aunque no deja de ser un western, para una escena era necesaria que
apareciese una espada y Mortensen llamó al director para poder usar la suya.
Ahora bien, ¿pagarías tanto dinero por una simple espada de atrezzo de las cuales hay cuatro y que, seguramente la que se quedó el actor es la más usada en el rodaje? y me sale otra pregunta ante eso... ¿dónde están las otras dos y qué precio tendría cada una de ellas en la actualidad?.
9. LA
ESPADA LÁSER DE LUKE SKYWALKER
Si bien Peter Jackson abrió las puertas de par en par al coleccionismo que tenía que ver con el medievo (no puedo recordar la cantidad de objetos de la trilogía de las cuales se hicieron réplicas para tener en casa, especialmente las espadas, varas y joyas usadas en las películas...), el hecho de vender espadas sacadas en el cine venía de décadas atrás, pero este tipo de arma, no era ni blanca ni de metal como las conocemos hoy en día.
George Lucas creó las espadas láser para Star Wars
como una de las principales armas de Jedis y altos cargos de la fuerza oscura
y, pese haber pistolas láser también, todo el mundo quería hacerse con esa cosa
tan chula de color fluorescente que emitía un sonido propio de un abejorro de
150 toneladas.
Y, puestos a elegir, apostaría que la del protagonista,
Luke Skywalker, si no es el arma más conocida de la
historia del cine, seguramente se quede muy cerca y aparezca en todas las
listas sobre ello.
Pero no la primera que vemos empuñar, si no la
segunda. En el primer duelo contra Darth Vader en La Ciudad de la Nube en "El Imperio Contraataca" (1980),
Luke pierde la batalla y con ella su mano y la espada láser de Anakin Skywalker
que, creyendo que murió, en realidad es el Lord Sith que le acaba de cortar la
mano y le explica tras esta escena que él es su padre.
Un pretexto para que en la tercera película "El
Retorno del Jedi" (1983) el protagonista aparezca con un sable láser
verde en vez de azul como en las dos primeras, y con una empuñadura distinta,
enterándonos que lo fabricó él mismo en Tatooine mientras estaba al cargo de
Obi Wan Kenobi.
Es en la siguiente batalla donde se produce el
siguiente diálogo:
- "Veo que has construido una nueva espada de luz. Tus habilidades están
completas. Realmente eres poderoso, como lo había previsto el Emperador".
- "Es mío
solamente. Ya no utilizo más el tuyo".
Unas simples sentencias que
provocaron las ganas de tener este nuevo sable entre los fanáticos, olvidándose
del azul de las dos anteriores. Hubo un rumor durante décadas en el que se decía
que Mark Hamill filmó unas escenas creando dicha arma en Tatooine, pero el actor
siempre lo negó, hasta que en el 2010 junto a George Lucas regalaron a las masas
del Celebration V, una escena inédita de la película donde el mito se volvía realidad.
En 2017 la empresa Ripley, especializada
en coleccionar objetos de cine pagó por el icónico sable luz un total de 450.000 dólares, para
engrosarlo a su maravilloso repertorio entre las que figuran otras cosas como el
R2-D2 original por el que pagaron la friolera de 3 millones de dólares, pero no
lo hemos puesto en la lista porque ni siquiera es el robot más caro de la historia
del cine y ocuparía únicamente el octavo lugar de esta lista.
8. LOS
ZAPATOS DE DOROTHY EN ‘EL MAGO DE OZ’
La malograda Frances Ethel Gumm, conocida
artísticamente como Judy Garland, contaba con 17 años cuando interpretó el
papel de la niña Dorothy, siendo uno de los papeles más icónicos de su
filmografía.
Todos la recuerdan con su vestido azul claro y
blanco y por sus zapatos rojos, los cuáles termina golpeando entre sí tres
veces para iniciar su vuelta a casa tras pronunciar la frase: "no hay lugar como el
hogar".
Aunque se hicieron específicamente para el
largometraje, el color de los zapatos no es casual. En el año 1700 el calzado
de ese color sólo lo podían usar los hombres y dentro de ellos personajes con
gran poder como el rey Luis XVI o los Papas. Ese significado ha dejado como
legado que esta prenda de vestir sea sinónimo de poder e independencia, aunque
dicho color a veces advierte de peligro y lujuria o pasión.
Un error imperdonable de la película es que durante unos buenos minutos del film, Dorothy lleva unos zapatos negros, olvidándose de sus llamativos cubrepies.
Hubo varios "Ruby Slippers" en la película que fueron adquiridos por Michael
Shaw a un diseñador de vestuario de Hollywood. Cuatro pares de ellos se
conservaron con el tiempo, pero varios de estos tienen su propia historia.
El primero de ellos lo podíamos encontrar expuesto en
el museo Judy Garland de Minnesota hasta que fueron robados en el año 2005. Trece
años más tarde un detective llamado Brian Mattson siguió el rastro de los mismos
y consiguió recuperarlos en Minneapolis.
No son los únicos que figuran en una exposición, otro
de los pares está expuesto en el Smithsonian de Washington desde 1979 y en el 2016
recaudaron fondos con el fin de darles brillo.
Los terceros en discordia fueron ganados por una maestra
de escuela en Tennessee en una rifa en el año 1940. Tras disfrutarlos casi toda
la vida, los vendió en 1988 a un coleccionista particular que llegó a pagar por
ellos 165.000 dólares.
Este coleccionista nuevamente los subastó en el año
2000, consiguiéndolos vender por 660.000 dólares, convirtiéndolos en ese momento
en uno de los objetos de atrezzo más caros jamás vendidos.
Por si os preguntáis por el cuarto par en discordia,
en el año 2012, Leonardo Di Caprio recaudó dinero para pujar por ellos y donarlos
al Museo de Cine de la Academia de Los Angeles.
7. DISFRAZ
DE LEÓN DE ‘EL MAGO DE OZ’
Existen tres personajes que
acompañan a Dorothy por el camino de baldosas amarillas buscando al poderoso
mago capaz de cumplir deseos: Un espantapájaros carente de cerebro, un hombre
de hojalata que no tiene corazón y un león asustadizo que va en busca de su
valor.
Los disfraces de estos dos
últimos dejaron mucho que desear. Para empezar, el del hombre de hojalata,
interpretado originariamente por Buddy Ebsen, casi acaba con la vida del actor
al emplear maquillaje y polvo de aluminio reales que provocaron una gran
reacción alérgica que le mandó al hospital y estuvo tan grave que no se pudo
recuperar para el resto del rodaje siendo sustituido por Jack Healey.
Nuevamente los medios de la época
eran limitados a la hora de crear ciertas ideas, eso es lo que ocurrió con el
disfraz de león que llevaba Bert Lahr. Al no saber cómo hacerlo, tiraron por el
camino "más sencillo" comprando pieles de león veraderas y haciendo a
partir de aquello el traje. Una barbaridad ecológica que hoy en día sería
impensable.
Aunque consiguieron su propósito
no creemos que el actor disfrutara dentro del mismo porque el traje soltaba un
tufo a podredumbre que tiraba para atrás y
generalmente todos los intérpretes lo pasaban mal en las tomas que
compartían con el pobre Lahr por dicho olor, mientras que el actor participaba
en todo estoicamente.
Más si cabe por el hecho de que
cada león era distinto y con diferente piel y el patronaje entre disfraces no
coincidía y por tanto tuvo que rodar toda la película con el mismo.
Pese a su rocambolesca historia el
disfraz de león cobarde fue subastado el 24 de noviembre de 2014, 75 años después
del estreno en la misma subasta que el siguiente objeto. Anteriormente se había
vendido uno de los disfraces de repuesto no usados en el film por un montante de
800.000 dólares, y estaba la duda si esa cifra sería superada por el original que
tenía un hándicap en contra: el disfraz fue encontrado años después de la grabación
en uno de los estudios derribados de la MGM en unas condiciones bastante deplorables.
Pese a ello, el traje se vendió por 3.070.000 dólares, incluyendo un casco completo, traje y cola.
6. EL PIANO
DE SAM EN ‘CASABLANCA’
En teoría no tiene nada de
especial salvo que con él sonó uno de los temas más emblemáticos de la historia
del cine tras una orden de Humprey Bogart al pianista que sonaba a: "Tócalo,
Sam" y el actor y músico afroamericano Dooley Wilson que interpretaba al nombrado, empezaba acariciar las
teclas y dibujar la melodía de "As Time Goes By" (A medida que pasa
el tiempo).
Lo gracioso es que para la
posteridad la famosa frase de la película "Casablanca" (1942)
fue rebautizada con : "Tócalo de nuevo, Sam" o "Tócala otra vez,
Sam" frases que nunca se llegaron a pronunciar ni en el rodaje ni en el
posterior visionado.
La melodía es tan sumamente
conocida que la propia Warner Bros
decidió usarla posteriormente en su cabecera al aparecer en el preludio de sus
largometrajes, haciéndola más icónica si cabe.
Otro detalle es que el tema es
recordado por la melodía y solamente por su verso más reconocido:
You must remember this
A kiss is just a kiss, a sigh is just a sigh.
The fundamental things apply
As time goes by.
En español: "Debes recordar esto, un
beso es solo un beso, un suspiro es solo un suspiro. Las cosas
fundamentales suceden mientras el tiempo pasa".
Finalmente el piano de aquel
icónico tema fue subastado el 24 de noviembre de 2014 alcanzando el precio de
3,4 millones de dólares, una barbaridad de veces más que su valor real salido
de fábrica.
5. VESTIDO
ASCOT DE AUDREY HEPBURN
Entre sus icónicas películas,
hubo dos que le hicieron llegar al punto culmen en ese sentido: "Sabrina" (1954) y "Desayuno
con diamantes" (1961), en las que derrochaba estilo por doquier.
Ya con ese estatus grabó en 1964
el largometraje "My Fair Lady", ganadora de ocho Oscars y considerada uno de los mejores musicales de
la historia.
Ambientada
a principios del siglo XX, una apuesta entre dos personas con gran poder dentro
de Londres, apuestan en hacer pasar a una persona cualquiera en una auténtica
dama de la aristocracia partiendo absolutamente de cero.
La
elegida es una florista callejera con fuerte acento de bajos fondos llamada
Eliza Doolittle (Audrey) a la cual le van dando clases de
sofisticación hasta convertirla en una perfecta dama.
En la
película la actriz luce tres icónicos trajes de época que impactaron a la
audiencia por su elaboración y estética conocidos como vestido de encaje
blanco, de cristal y el rosa.
El
primero figura en su primera prueba con la aristocracia, luciéndolo en las
carreras de Ascot y siendo la primera vez que se hace pasar por uno de ellos,
consiguiendo incluso que algunos hombres se fijen en ella.
Cecil Beaton fue el encargado de realizar
estos tres vestidos teniendo en cuenta las directrices del propio George Cukor,
ya que para él era muy importante la transformación de pobre a belleza rica y estos
modelos se implicaban como un protagonista más o un importante cambio de personalidad
para la actriz.
Así que el primero de todos ellos
debía ser especial, ese vestido de
encaje blanco con grandes lazos que combinaban el negro y el blanco y un espectacular
tocado, imprescindible para cualquier dama que se precie en pisar las carreras de
Ascot, siendo esto siempre lo más importante de todo el vestido.
Audrey
lucía tan bella con dicho diseño que al instante se convirtió el mismo en un icono de la moda de
Hollywood. Cecil Beaton delegó el diseño del mismo a Edith Head, considerada uno
de los máximos exponentes de vestuario de la historia de Hollywood.
Dicen que tras la película, en algún
momento dicho vestido perteneció a Debbie Reynolds, actriz y madre de Carrie Fisher,
la princesa Leia en la Guerra de las Galaxias.
En 2011 terminó en una subasta llevándoselo
el pujador a base de una cifra de 3.700.000
dólares.
4. EL
HALCÓN MALTÉS
No voy a entrar a ese debate
porque obviamente lo perdería, pero ya el hecho de gastar, que sea una cosa que
tenga cierto valor atrayente más allá del propio largometraje.
De lo que hemos visto hasta
ahora, las dos espadas obviamente lo tienen, pues mucha gente desearía tenerlas
independientemente de la película. Entiendo que los zapatos que un día llevó
Judy Garland o un vestido puesto por la mismísima Audrey Hepburn, tienen un
aliciente extra más allá del film. El disfraz de león, entiéndaseme sobre todo
los animalistas en el contexto que se hizo, está hecho con pieles legítimas de
esos animales y un piano puedes incluso usarlo... pero, ¿una pequeña estatua de
menos de 30 cm y más de 20 kilos de plomo?
A parte de como pisapapeles no le
veo ese valor más allá de lo que representa en el film.
"El
halcón maltés" (1941) es un largometraje de cine negro protagonizado por el clásico
hombre duro de la época, Humprey Bogart. En él interpreta al detective privado Sam
Spade que se ve envuelto en una trama donde
debe seguir a un hombre que se ha llevado una valiosa estatua, la que da nombre
a la película, y al que están persiguiendo muchas personas entre ellos delincuentes
que quieren apoderarse de la misma y su propia socia que ha contratado al protagonista.
Sin embargo, el encargo de la señorita comienza con una mentira y al enterarse de
la misma, Spade, en vez de luchar por los intereses de su representada, tiende a
hacerlo por los suyos, intentando salir ileso de los numerosos problemas y conseguir
finalmente el mayor provecho de dicha situación.
La figurita como tal fue creada por
el hecho que es una parte importante de la novela homónima en la que se basa el
film escrita por Dashiell Hammet en 1930. Se sabe que se subastó en 2013, aunque
todo apunta a que pudo revenderse después de la puja porque los precios de esa noche
varían entre los 2,3 y 3,5 millones de dólares y el actual dueño de la figura indica
que pagó por ella en esa fecha 4,1 millones.
Para hacernos una idea, en esa misma
subasta se vendió el coche que el mismo Humprey Bogart conducía en "Casablanca" (1942), alcanzando la cifra de 380.000 dólares.
Me parece curiosa la analogía que
un objeto que se puede usar y exponer, además de encontrarse en la película más
recordada del actor, valga en esa misma noche de pujas una décima parte que una
estatua de plomo de un halcón.
3. EL
VESTIDO BLANCO DE MARILYN MONROE
Me gusta el contrapunto que va a tomar la historia
en este momento. Hace apenas dos puntos hemos hablado de una actriz que
representaba glamour, elegancia y sofisticación y lo mismo se podría decir de
su vestido y ahora tenemos el contrapunto del icono sexual por excelencia de la
historia del cine, Marilyn Monroe, aquella que con sólo aparecer en pantalla
hacía que los hombres de la época abrieran los ojos hasta casi la extenuación
y, por ende, la vestimenta de la que vamos a hablar, debe representar lo mismo que la actriz, pecado y lujuria.
Pese a
ser la protagonista principal de "La tentación vive arriba" (1955),
ni siquiera su rol tiene nombre, simplemente es conocida en los créditos como
"La chica" de la cual su vecino de abajo, un cuarentón que se dispone
a pasar el verano en Nueva York mientras su mujer e hijo están de vacaciones en
Maine, se enamora empedernidamente.
Para
hacerlo más claro y no sólo por el hecho de no darle nombre, Marilyn interpreta
a una actriz despampanante, cuya máxima es el cuerpo, puesto que cerebro apenas
tiene pecando de tontita. Sólo con esa premisa la productora sabía que tenía el
éxito asegurado sin tan siquiera hablar del guión o de lo bueno que pudiera ser
el largometraje como tal.
¿Faltaba
algún ingrediente más? Por supuesto, un vestido blanco de amplio escote y falda
corta para aquella época (por debajo de sus rodillas) que, en una escena
mítica, pasa por un enrejado en el suelo en la Avenida Lexington de Manhattan
por el que sopla un fuerte aire proveniente del Metro que intenta levantárselo
y ella hace todo lo que puede para que no se le vea más de lo debido.
Después
de ver esa escena, todo el mundo recuerda a Marilyn con dicho vestido, como si
de un cliché se tratase y no la pudiéramos imaginar de otro modo, así que es
entendible que muchas personas lo quisieran para su colección, más si cabe
después de la corta vida de la actriz Norma Jeane Mortenson, falleciendo con
una sobredosis de barbitúricos y con una depresión de caballo a los 36 años al
no poder hacer frente al ritmo que marcaba su vida.
El
diseño del vestido fue a cargo de William Travilla, que, pese a ganar un Oscar
por el vestuario en 1948 y trabajar para Monroe desde 1952, era como uno más
dentro de su gremio hollywoodiense hasta que creó esa prenda. Una anécdota
graciosa es que debieron regrabar la secuencia porque en el momento de hacerlo
se amontonaron cientos de curiosos en la calle para ver a la actriz luchando contra
la prenda y el director Billy Wilder no pudo quitarlos posteriormente de la escena
y tuvieron que hacerlo en una hora del día en la que apenas hubiera gente molestando.
Tras la
muerte de Marilyn, Travilla guardó bajo llave el vestido hasta que lo adquirió nuevamente
Debbie Reynolds, la madre de Carrie Fisher para su colección particular.
En el año
2011 salió a subasta con una particularidad: "el vestido había tomado un color más crudo, como
color perla, por el paso de los años". Pese a ese contratiempo alguien no dudó en pagar por
el 4,6 millones de dólares, bueno en realidad 5,6 millones, porque uno más fue en comisiones.
2. EL ASTON
MARTIN DB5 DE JAMES BOND
El agente 007 ha conducido múltiples vehículos a lo largo de la saga cinematográfica de las marcas: Audi, Bentley, BMW, Citroën, Chevrolet, Ford, Jaguar, Jeep, Lancia, Lincoln, Lotus, Mercedes, Range Rover, Rolls Royce, Volvo... pero por excelencia la marca relacionada con James Bond es sin duda un vehículo tan británico como él: Aston Martin.
Los mejores de la gama han
aparecido en sus películas y les ha sacado partido en sus míticas
persecuciones, pero el primero que apareció en la gran pantalla fue el DB5 de color
plateado en "Goldfinger" (1964), repitiendo el año siguiente en el film
"Thunderball" , ambas
protagonizadas por Sean Connery y en un claro aviso que el mejor agente del
Reino Unido tenía su coche favorito.
Quizás por ello pronto se hizo
popular dicho modelo al ser identificado con la saga y James Bond,
convirtiéndose en parte del personaje como su arreglada vestimenta, su arsenal
de armas, su bebida favorita o su pasión por las mujeres.
Este primer modelo, equipado en
el laboratorio de Q contaba con los siguientes gadgets: pantalla y vidrios antibalas,
ametralladoras, cambiador de matrículas y dos localizadores, los cuales son
seguidos desde un radar dentro del vehículo. Los cuales maravillaron al público
pero conociendo el desarrollo de la saga, hoy en día se nos queda corto y es
poco sorpresivo.
Daniel Craig, haciendo un guiño al mítico coche,
utiliza uno como el de Connery en "Skyfall"
(2012), haciendo que un Bond lo vuelva a conducir 48 años después y disfrutando
de sus 328 caballos de potencia y 228 km/h de velocidad punta.
Sin embargo el hasta ahora último 007 no usó el
original, sino una versión idéntica proporcionada por la marca ya que dos años
antes del estreno del largometraje y por tanto de su filmación, el de "Goldfinger"
fue adquirido en una subasta alcanzando la multimillonaria
cifra de 4.600.000 dólares.
Me imagino al nuevo dueño del vehículo
disfrutándolo sin rodarlo demasiado al ser una codiciada pieza de museo, mientras
que la propia saga tenía que usar otro idéntico para rodar de nuevo con el protagonista
al volante, paradojas que tiene la vida. Al menos sabemos que no acabaría estrellado,
menudo sacrilegio...
1. ROBBY EL
ROBOT
Aunque parezca extraño, el objeto más caro de la historia del cine está inspirado en una novela de William Shakespeare titulada "La tempestad" (1611), donde Robby el Robot vendría a tener el rol de Ariel, un espíritu del aire.
Otro gran genio dotó sin quererlo de personalidad a nuestro protagonista, Isaac Asimov, al pronunciar la primera ley de la robótica: Un robot no hará daño a un ser humano, ni por inacción permitirá que un ser humano sufra daño.
Y por
último una de las grandes artes le otorgó la vida, siendo primeramente un papel
para el "Planeta prohibido"
(1956) y después se reutilizó para "El niño
invisible" (1957), las series "The Thin man" y "The
Gale Storm Show" (1958), "The many loves of Dobie Gillis"
(1959), "The Twilight Zone" (1960- 1963), "Hazel"
(1961-1966), "La familia Addams" y "El agente Cipol"
(1966), "Perdidos en el espacio"(1966-1967), "The Banana Split
Adventure Hour" (1968-1970), "Colombo" (1974), "Hollywood
Boulevard" y "Ark 2" (1976), "Space Academy" (1979), "The
Love Boat" (1983), "Gremlins" (1984), "Cherry" (1987),
"Earth girls are easy" (1988),
"Space Quest VGA remake" (1991), "Star Wars: La amenaza fantasma"
(1999), "Looney Tunes: Back in Action" y "Los Simpsons" (2003),
"Stacked" y "Teen Titans" (2005) y "Doctor Who" (2008).
Un icónico objeto de las
películas de ciencia ficción diseñado por Robert Kinoshita, siendo muy innovador
para su tiempo. Consistía en un traje manipulado desde su interior por una persona
que llegaba a medir 2,18 metros de altura y que, a diferencia de sus predecesores,
caminaba torpemente sobre sus piernas en vez de tener bandas rodantes como sus predecesores.
En el año 2013 este robot que representa a varias generaciones estadounidenses,
se subastó por 5,3 millones de dólares.
Hola, Edu.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho el post y el mensaje que me queda claro es que la industria del cine vende y vende a veces, por puro marketing. Se puede hablar mucho de la subasta de artículos caros pero pienso que hay mucha gente con dinero e instinto caprichoso que compra mucho más allá del valor real como producto de mercancía de un artículo. Allá quien lo pueda hacer. Me ha resultado muy curioso en ciertos casos, sobre todo. Me alegra saludarte. Un abrazo.