
Hace un par de meses hice un especial de la obra de Francisco Ibáñez, creador de tantas historietas que no paraba de leer con el paso de los años de mi infancia antes de pasarme a los comics de acción en mi adolescencia. En ese paso intermedio llegué a coleccionar la mitad de los tomos de las aventuras de Astérix el galo, vi todas las películas de animación que hicieron y posteriormente ya en edad adulta, los films en carne y hueso, en los que compartí con cierta nostalgia aquellos grandes momentos que me había dado dicho personaje y su compañero de aventuras Obélix.
Goscinny falleció antes de que yo naciese, así que he estado toda la vida sin agradecerle sus guiones, pero tras el acontecimiento, se siguieron publicando nuevas aventuras de estos héroes a los que el gran imperio romano no pudo doblegar y que traían de cabeza hasta al mismísimo César.
Pero, ¿cómo una idea tan simple que empezó en una revista de tebeos consiguió vender millones de ejemplares en el mundo y hacerse tan mundialmente famosos?. Esta es la historia que os vengo a contar hoy en 12 puntos y parafraseando a uno de sus muchos comics en modo de homenaje a sus dos creadores.