Durante años he perdido una cosa vital para todo ser humano, la ilusión, creo que no me puedo ilusionar con las cosas, con los proyectos, o con las personas, porque a corto plazo o medio todo sale a la contra de cómo uno quiere y te das cuenta que al final del día solo tienes oportunidad de que salgan bien las cosas que están en tu mano y que puedes llevar a cabo sin necesidad de imprevistos.
Quizás la gente no entiende mi negatividad, lo poco que sonrío cuando parece que va a ver buenas noticias que me conciernen o que últimamente todo me da igual, porque si le concedo valor a algo, termina volviéndose en mi contra.
Y como uno se cansa de estar todo el día malhumorado o encabronado, que mejor que aislarse de todo lo que a corto o medio plazo te va a suponer tristeza. El hecho de que cada día que pase me importe una mierda todo lo que me pueda concernir, es en gran parte culpa mía, pero el hecho de que no tenga un alguien en que apoyarme, seguramente no.
Así que que menos que formar parte de un libro que dice que toda tostada que se cae termina haciéndolo por el lado de la mantequilla. Ahora mismo, de aquí a quince días puede haber dos cosas que cambien radicalmente ese estado de pensamiento, en las dos he hecho todo lo posible porque saliera. Pero ¿sabéis qué? Ya no depende de mí, así que, como de antemano creo que alguien me ha mirado con “mal ojo”, o que la gente tiene esa predisposición a terminar haciendo todo a la contra de lo que a uno le apetece (y debes callarte encima…) Es mejor pensar que ninguno de los dos proyectos terminarán cumpliéndose y no hacer más mala ostia con los demás de lo que ya ahora mismo tengo.
Quizás me siento gafe, pero no creo que por mi culpa lo sea…
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