No soy muy de este género de ciencia ficción, pero he tenido la suerte de ver en estas semanas ambas películas sobre la inteligencia artificial.
Empecemos con Ex Machina, que nos la venden desde la visión de thriller psicológico en el que se aborda el Test de Turing. Dicho test intenta confundir a las personas o al menos hacerlas dudar si tienen enfrente, por la manera de expresarse/comunicarse, a una persona o a una máquina. Simplemente el beneficio de la duda, acerca al programador y su cerebro virtual a ese sueño que es que los robots tengan conciencia y piensen por sí mismos.
Obviamente el humano que conoce a Ava (la robot protagonista de la película) ya sabe de antemano que es una máquina, pero se queda estupefacto con los razonamientos, los sentimientos e incluso empatiza con su idea de salir a conocer el mundo, enfrentándose a su creador, al que ve como un secuestrador.
En este sentido la película se centra en creer que Ava es humana y como tal, no merece la forma de vida que lleva y a su vez nos venden una inteligencia artificial angelical que influencia en la asertividad del espectador.
Cuanto más minutos de metraje, mas creemos en ella como mujer y no como robot y como tal el desenlace es más propio de armas femeninas y no de armas de un androide, dejándonos un retrogusto bueno y a su vez ácido.
¿Hasta qué punto podemos jugar a ser dioses y dotar de humanidad a unos androides? y llegados a esta pregunta, ¿hasta qué punto son fiables las máquinas si las dotas con el poder de pensar y no el de obedecer?
Chappie es todo lo contrario a "Ex machina", con ese toque ochentero como el mundo de Robocop, Cortocircuito, Terminator... pero centrándonos en la inteligencia de la máquina desde su minuto cero.
Enseguida nos encariñamos con él, porque en "su nacimiento" actúa como un bebé y durante la película vemos a un niño pequeño que quiere aprender y se deja influenciar por todo el mundo.
Quizás ese es el mayor quid de la película, Chappie nace para ser un niño bueno y razonar todo desde una persona de bien, pero se cría en un mundo que es todo lo contrario y aunque intenta discernir entre el bien y el mal, las pautas que recibe en su educación pesan sobre sus actos.
Me parece una película genial para padres con hijos en edad de educar, para demostrarles que una persona no es solo como se manifiesta a través de sus actos, sino que también depende mucho de lo que le inculque su entorno y de lo que le permitan sus progenitores. Dejarles crecer tomando sus propias decisiones, es saludable siempre y cuando se vigilen sus conductas y se le haga saber a los crios sus límites, su educación y su saber hacer.
Es una buena bofetada a esos padres despreocupados que esperan que sus hijos salgan enderezados o a aquellos que defienden siempre las actitudes de sus primogénitos aun sabiendas que no tienen razón, reforzando sus conductas inadecuadas.
Ambas pelis son dignas de ver y de reflexionar un poco al acabar el film, dos ideas de origen similar y a su vez muy diferentes y con conclusiones mucho mas diferidas.
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