Últimamente he leído bastante sobre porque los adolescentes de esta época tienen cierta agresividad, desprecio y ninguneo hacia personas maduras que deben respetar, ya sean padres, familiares, profesores, monitores, agentes del orden, etc. Por desgracia creo que se trata de algo generalizado, no quiero decir tampoco que sean todos los adolescentes así, pero no es un hecho aislado y es más, creo que va en auge.
Algunas causas a las que pueden deberse este tipo de conductas son las siguientes:
1) La educación en casa. No quiere decir con esto que los padres eduquen a sus hijos de esa forma, pero demasiados consentimientos cuando son niños y escasos castigos cuando hacen las cosas mal, unidos a un distanciamiento paterno-filial, generalmente ahora la pareja trabaja y tienen menos tiempo de estar en casa y ganas para estar con sus hijos, puede ser un factor importante para que los jóvenes se crean que pueden hacer lo que quieran ya que los padres no tienen mano dura con ellos.
2) La educación en los centros escolares. Como bien se observa este es el segundo punto, porque para mí la función de educar la tienen más los padres que los profesores. Hemos pasado de una generación en la que los profesores podían castigar a los alumnos y al saber esto en casa, se les ponía otro castigo, a suprimir en muchos casos la autoridad de los profesores. Las quejas son cada vez mas continuas por parte de los padres, sobre el derecho de castigo de los profesores, estos a su vez cada vez tienen menos defensas y los alumnos terminan por creerse que les pueden faltar al respeto porque no pueden tener medidas en contra. La gestión de defensa ante eso ahora mismo en colegios-institutos, son los partes, una hoja que deben traer firmada de casa en lo que se explica que ha hecho mal y el porqué de ese parte. Cada tantos partes, suelen conllevar una expulsión y os puedo asegurar que los jóvenes se pican por tener más partes que los demás.
3) Las amistades y su entorno. Puede que muchos jóvenes de por si no tengan esas actitudes creadas, pero al ver a algunos de sus amigos hacer eso, o simplemente a gente de su clase y que estos a su vez no reciben castigo por ello, hacen que cojan ese tipo de conductas.
4) El miedo. Cada vez más personas adultas que tienen que convivir con jóvenes, terminan teniendo miedo al verles más altos y fuertes que ellos y a que, en muchos casos al ser menores de edad, si tocas al chaval legalmente se te puede caer el pelo. Lo que hace aún más difícil que el adulto infunda respeto.
5) La tolerancia. Ya sea por el miedo, por el pasotismo de los familiares o por no saber cómo cortar estas situaciones, tendemos a asumir esas conductas y a verlas como algo normal y en este punto discrepo ostensiblemente con las leyes psicológicas que dictan que hay premiar al joven cuando lo hace bien, para que deje de hacerlo mal. No señor, hay que castigar esas conductas y con el paso del tiempo amoldar esos castigos, para que vea que esos caminos no les llevan hacia ninguna parte. Los caprichos y el hacer lo que ellos quieran, debe cortarse de raíz ante malas conductas, porque sino, lo que realmente conseguimos, es afianzar esas malas conductas y que ellos crean que pueden hacer lo que quieran.
Dicho esto, creo que todo se basa en una reeducación que debería empezar desde que tienen uso de razón, teniendo a los padres como brújula en este desarrollo, a los profesores como inyección de valores sociales y aprendizaje. Intentando que su grupo de gente sea sano y alejándolos de las actitudes malas. Consiguiendo no tener miedo y por supuesto, reclamar el respeto que se debe hacia la gente adulta que debe convivir con ellos. La mayor parte de culpa de una generación así, la tenemos nosotros porque lo permitimos. Y la pregunta es ¿Qué padres, familiares, profesores, agentes… quieren tener en el futuro a unos jóvenes vándalos, delincuentes, drogadictos, etc? Yo creo que nadie, por lo tanto hay que poner nuestro granito de arena para que eso no ocurra y eso en parte tiene solución preguntando ¿sabes cómo es tu hijo y qué está haciendo en este momento? Por desgracia en muchos casos, no.
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