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13 octubre 2014

TOC TOC TOC...

Despertó encerrado entre cuatro paredes, que nadie piense que se trataba de un zulo, era un espacio lo suficientemente amplio y con todo lujo de comodidades para que una larga estancia fuera placentera.

Al estar en ese lugar renuncias únicamente al exterior y por tanto a la sociedad, soledad a cambio que no falte nunca nada más: la mejor comida, una pequeña casa al alcance de unos pocos, sin puertas ni ventanas, ni ningún otro orificio de posible escape si te cansabas de estar allí… Pero si todo lo que necesitaba lo tenía ¿qué razón para huir?

Un día cualquiera, sin saber el tiempo que había transcurrido desde que llegó, se acercó por casualidad a una de las cuatro paredes y un leve tropiezo hizo que su cuerpo se estampara contra ella, produciendo un fuerte ruido… El dolor pasó a segundo plano cuando escucho golpes desde el otro lado de la pared… No estaba sólo, tenía un vecino/a

Tras un “Hola” de presentación descubrió que era una mujer lo que había al otro lado y tras una grata conversación se despidieron hasta la próxima vez.

El cogió el hábito de golpear la pared, a veces no había respuestas y otras, sus conversaciones no pasaban de ser casi monólogos, al ser respondido a base de monosílabos. Pese a ello no quería renunciar a ese lujo que terminó embriagándose entre adicción y cariño hacia aquella desconocida.

Ella nunca golpeaba primero, siempre era cosa de él pese al mal rato que le presuponía no ser contestado… Esos pequeños detalles llegaron a contrariarle: “No le caigo bien”, “Debo ser una persona molesta”, “No volveré a golpear la pared, esperaré a que ella lo haga…” pero pasaba el tiempo y siempre volvía, recordando la primera conversación o pequeños detalles que se producían de vez en cuando dándole esperanzas…

Su locura seguía creciendo con el paso del calendario, solo buscaba la estabilidad que le proporcionaba a su vez estar en ese lugar. Pero la ida de olla dio paso a la enfermedad, consumiéndole poco a poco en el eterno debate de golpear la pared: Si lo hacía tenía alguna oportunidad de hablar con ella y tranquilizarse, pero también puede que los golpes no tuvieran contestación y por lo tanto sentirse peor.

Quien le introdujo dentro del habitáculo no podía verle sufrir por dicha situación y en un momento de descanso le introdujo un gran mazo.

Al despertar le dio claramente las instrucciones del mismo, el mazo solo servía para abrir únicamente un gran agujero en una pared, pudiendo elegir entre la oeste y conocer a su vecina, o quebrantar el tabique sur, pudiendo escapar de lo que había sido durante una larga estancia su morada… Su “secuestrador” por primera vez le daba una opción de salida, si ese fuese su deseo.

No quiso pensarlo levantó el pesado artilugio dirigiéndose con furia hacia la pared poniente y justo antes de embestir su mejor golpe, se frenó en seco… ¿Y si nunca me quiso conocer realmente?¿Y si simplemente quiso ser amable conmigo? ¿ Y si conocerme es lo peor que le puede pasar en su vida?

Miró de nuevo el mazo y a su vez sus ojos dibujaban una línea recta entre la parte de acero y la pared sur… Y todo se quedó en eso, esta vez no hubo abatida, ni ganas, solamente una mirada fija hacia su libertad… No podía hacerlo, no era justo, tenía todo lo que quería en su morada y no veía lógico marcharse dejando atrás a su vecina, sin parecer importarle lo más mínimo, cuando en realidad era el TODO para él…

Volvió a acercarse a la primera pared, sentándose a escasos centímetros de ella, dejó el mazo en el suelo y golpeó como tantas veces hizo, esperando como siempre una posible respuesta...TOC TOC TOC

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